lunes, 3 de agosto de 2009


A veces da miedo abrir los ojos, porque por ahí los abrís y ves todo tan diferente de lo que crees. Y eso es lo que en verdad da miedo, los cambios. Como un chico que juega a las escondidas tapándose los ojos creyendo que así no lo ven. Uno, a veces, cierra los ojos como si así fueran a desaparecer los problemas. Uno detesta y ama a esa persona, o a ese espejo, que te dice la verdad. Uno detesta y ama a quien abre tus ojos. Abrir los ojos tiene un gusto Agridulce. Por un lado, como que se pierde la magia. Pero por el otro, se sale del engaño. A veces lo que tenemos que ver es tan horrible, que preferimos hacernos los tontos, los que no paso nada , y vivir en una caja de cristal. Y otras veces la burbuja se pincha, y no queda otra que abrir los ojos, y mirar los que no queremos ver. El corazón se nos estruja y nos quedamos sin aire, ahogados. Duele abrir los ojos. Es como salir de la oscuridad, que la luz te enceguece. Ojos que no ven, corazón que no siente. Mejor mirar para otro lado, dicen. Meter la cabeza abajo de la tierra como hace la avestruz. Pero para que algo cambie hay que romper la burbuja, hay que salir de la cajita de cristal... Abrir los ojos y animarse a ver. Aunque lo que haya para ver te estruje el corazón.

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